EL BLOG
de Joieria Grau

Con una rica historia que los ha convertido en obras maestras que encapsulan la artesanía, la opulencia y un legado histórico inigualable, los huevos Fabergé son mucho más que objetos decorativos. Creados por la renombrada Casa Fabergé, fundada en 1842 por Gustav Fabergé en San Petersburgo, estos huevos se han convertido en el máximo símbolo de lujo y prestigio, especialmente aquellos que eran encargados por los zares rusos. Hoy en día, el nombre Fabergé sigue inspirando creaciones de alta joyería que mantienen viva esta rica herencia.

La historia detrás de los huevos imperiales

La tradición de los huevos Fabergé imperiales tuvo inicio en 1885. El zar Alejandro III encargó el primer huevo de Pascua para regalar a su esposa, la emperatriz María Fiódorovna en la fiesta de Pascua, la celebración más importante del calendario de la Iglesia ortodoxa rusa. El primer huevo se inspiró en uno similar a las colecciones reales danesas, recordando la patria de la emperatriz. Consistía en una cáscara exterior esmaltada en blanco opaco que se abría para revelar una yema de oro amarillo mate, que a su vez contenía una gallina de oro esmaltada y, dentro de la misma, una réplica de la corona imperial con un colgante de rubí.

La historia cuenta que la emperatriz quedó tan encantada que el zar ordenó a Peter Carl Fabergé, hijo de Gustav y quien dirigía la empresa, que creara un huevo de Pascua único con una sorpresa cada año para su esposa. Así, en 1885 Fabergé fue nombrado “joyero por designación especial de la Corona imperial”. Posteriormente, tras la muerte del zar, su hijo y sucesor, Nicolás II, continuó la tradición encargando dos huevos cada año, uno para su madre y otro para su esposa. Fabergé y su equipo de artesanos trabajaban en estos proyectos con un año o más de antelación, manteniendo la sorpresa en secreto hasta la entrega.

Entre 1885 y 1916 se crearon 50 huevos imperiales para la familia Romanov. Los mismos frecuentemente conmemoraban eventos importantes como la coronación del zar Nicolás II, la terminación del ferrocarril transiberiano, o también la presentación palacios y el yate imperial. La serie imperial terminó abruptamente en 1917 con la Revolución rusa, dejando dos huevos sin terminar.

Además de los mencionados, la Casa Fabergé creó huevos para miembros de la nobleza y de la burguesía industrial y financiera. En total se crearon 52 joyas Fabergé con este diseño para los zares y otros clientes selectos.

Maestría en las creaciones Fabergé

La calidad de las creaciones Fabergé estaba garantizada con Carl Fabergé o su hijo aprobando cada artículo. Los huevos Fabergé son famosos por su intrincado detalle y la amplia gama de materiales empleados para su fabricación. Se usaban materiales como el oro, la plata, el platino, el cobre, el paladio, el níquel, el acero, entre otros, combinados en distintas proporciones para lograr diferentes colores en la cáscara.

Es importante destacar que Fabergé era un maestro en el uso del esmalte translúcido y la técnica del guilloché. Éste último consiste en un grabado repetitivo y simétrico sobre el metal que es llevado a cabo a máquina o a mano y que crea patrones intrincados. Fabergé experimentó para expandir la gama de colores del esmalte, logrando más de 140 tonalidades diferentes, siendo el esmalte de ostra uno de los más apreciados por su variación de color con la luz. Además, el delicado proceso de esmaltado involucra múltiples capas horneadas a 800°C y pulidas a mano.

Por otro lado, es importante hablar del uso de piedras preciosas y semipreciosas. Casa Fabergé empleaba zafiros, rubíes y esmeraldas, a menudo tallados en cabujón, y diamantes, típicamente en talla rosa. También, se han usado piedras semipreciosas tales como el granate, los olivinos, las piedras de Mecca y las piedras de la luna, entre otras.

Legado e inspiración en la alta joyería

Tras la nacionalización de la Casa Fabergé en 1918, la familia enfrentó el exilio y el encarcelamiento. Por eso, en 1924 se estableció Fabergé et Cie en París, creando artículos de joyería similares y marcándolos como “Fabergé, París” para distinguirlos de las piezas rusas previas a la revolución. Posteriormente, la firma ha tenido una historia compleja de ventas y diversificación en el siglo XX, pasando por manos de diversas compañías. En 2007, tras ser adquirida por Pallinghurst Resources LLP, se anunció la intención de restaurar Fabergé a su posición como proveedor líder de posesiones preciadas.

Desde el año 2009, Fabergé Limited ha lanzado nuevas colecciones de alta joyería y objetos al tiempo que en 2011 se lanzaron colgantes de huevo de alta joyería, los primeros creados desde 1917.

Para quienes se preguntan dónde comprar Fabergé en la actualidad, la marca cuenta con boutiques en ciudades como Londres, Nueva York y Ginebra, pero también se pueden conseguir sus colecciones en tiendas especializadas. Si quieres encontrar joyas de la firma, puedes acceder al amplio catálogo de Joyería Grau. ¡Estamos para asesorarte!

Write A Comment