La belleza de esta cruz plana Grau reside en la armonía de sus detalles. El acabado pulido a mano, realizado con meticulosidad por los maestros joyeros de Grau, realza el brillo natural del oro amarillo, creando un juego de luces que capta la atención con sutileza. La anilla, perfectamente integrada en la estructura de la cruz, no solo garantiza su resistencia, sino que también ofrece la posibilidad de combinarla con diferentes tipos de cadenas, cordones o incluso pulseras, permitiendo personalizar su uso según las preferencias individuales. Finalmente, el diseño plano de la cruz, libre de grabados o relieves, transmite una sensación de pureza y serenidad, enfatizando la esencia misma del símbolo que representa.